jueves, 21 de octubre de 2010

A enemigo que huye...

Puente de plata.
Pues bien yo tengo muchos enemigos.
Ese día a orillas del Ródano, Avignon se me presentaba con sus murallas y su gran palacio. Me senti pequeña, respire el paso de los siglos, sentí el peso de la historia. Comprendí mi insignificancia y a la vez mi grandeza, esa grandeza de todo ser humano, que puede ver, vivir, sentir, respirar momentos como aquel. Ultimemente se lleva eso de cerrar los ojos, morir, ser insensibles, aguantar la respiración... No debemos dejar que los sentidos se pierdan postales asi.
Entré en la locura, y al son de la irracionalidad desee que todos mis enemigos paseasen por ese puente de plata, el puente viejo de Avignon, incompleto, que no alcanza la otra orilla... como muchas veces nos sentimos: unos dias incompletas, otros grandiosos.
Desee que todos mis enemigos, que son muchos, contemplasen mis vistas, por que aquello, aquello no debería perdérselo nadie.
Desee que por un momento que dejasen el humo de las fiestas, lo bailes de la noche, la luz de discoteca, las basura en los botellones, las colillas de la ignorancia...
Desee mil veces, ser amiga de nadie y enemiga de todos para poder huir por ese puente, eternamente.

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